En ASTI tenemos el placer de contar para esta y otras colaboraciones con Liliana Piastra. En esta breve anécdota, nos contará su experiencia con la traducción JURADA de un libreto de ópera.
Liliana Piastra (Madrid, 1943) es una profesional de la traducción e interpretación con más de 50 años de experiencia profesional. Comenzó muy joven, a los 17 años, con la traducción de un libro sobre armas de caza y otro sobre taxidermia, y desde entonces hasta ahora no ha parado. En 1986 decidió, junto con otros compañeros a los que había dirigido en la traducción del derecho derivado para la entrada de España en la CE, formar una cooperativa que poco después se convirtió en sociedad unipersonal: ASTI. A día de hoy está retirada del trasiego de la empresa, pero sigue con su profesión de traductora.
Esta es su anécdota sobre la traducción de un libreto de ópera: «Merlín», una peripecia digna de contarse.
La ópera: «Merlín»
Todo empezó una mañana con la llamada del director general de Música del Ministerio de Cultura. Querían hacerme un encargo: nada más y nada menos que una traducción jurada de un libreto de ópera. ¿Una traducción jurada? Sí… Era una ópera inédita de Albéniz, hallada por casualidad en un cajón, que sería estreno mundial.

Le dije que yo no era jurada de inglés y que los jurados, por regla general, no traducían textos literarios… que las traducciones juradas tenían que ser fidedignas, cosa imposible en un texto así… Llegamos a un acuerdo: me comprometía a traducirlo y a pedirle a un jurado de inglés de mi confianza que jurara mi traducción, pero como mero trámite.
Las condiciones
El reto era impresionante, pero más si atendemos a las condiciones: me dieron las partituras para sacar la letra. Nada de unos folios con la transcripción del libreto de la ópera (os recuerdo que en los años 80 nada de ficheros informatizados). Tuve que sacarlo todo de los originales: el libreto, en inglés vetusto y en parte en francés, estaba escrito a mano sobre las notas… Una locura.

El proceso de traducción del libreto
Me costó tres meses transcribir y traducir las 3000 palabras de la ópera «Merlín», un volumen que, tratándose de una traducción normal, a lo sumo me lleva dos días de trabajo. Traducía de forma literal, luego, devanándome los sesos y sintetizando una y mil veces, intentaba reducir las frases a la longitud del inglés… Con mi profundo agradecimiento para mi querida compañera Remedios Tabernero, una de las mejores intérpretes simultáneas que haya conocido jamás, un dechado de intuición y sensibilidad, que me acompañó en el trance, desvelándome matices de términos arcaicos . Al cabo de tres meses, estaba empachada de tanto ripio.

Recuerdo que había una estrofa del libreto de la ópera que rimaba «tresses» con «cresses», o lo que es lo mismo «trenzas» «con berros»… Llamé a la dirección general para insistir que tenía que ir por libre, porque lo de los berros tenía tela.
Ópera con final afortunado

Al cabo de algún tiempo recibí una llamada de la discográfica DECCA, alguien que hablaba muy buen español, para felicitarme por la magnífica traducción que había realizado. Toda una satisfacción a una tortura de trabajo. Finalmente, Alberto Ruiz Gallardón (Albéniz es antepasado suyo) me invitó al estreno mundial. No fui. La ópera me pone enferma.

Esta es una de las increíbles historias de Liliana Piastra. ¿Qué te ha parecido? ¿Habrías aceptado el encargo? Cuéntanoslo en los comentarios.